Por Dario Botero..
En la Historia, la lógica de las relaciones sociales ha sido la del desequilibrio rastrero, deliberado y constante, basado en la división de la población en clases sociales, una de las cuales subyuga a las demás mediante la violencia física e ideológica ejercida sobre el individuo desde que nace.
El período que podría seguir tras la fenecida Historia, si somos capaces de gestarlo y consolidarlo, habrá de basarse en la igualdad esencial de todos los seres humanos, tanto como en el respeto a la dignidad de la Vida y al planeta que la alberga, de modo que la noción de “clase social” perderá cualquier fundamento.
El gobierno de la Sociedad Democrática Global que materializará estas conquistas, será definido por todos los que deseen participar con el fin de establecer normas claras y precisas, de validez mundial tanto como local, que nos amparen a todos sin discriminaciones de ningún tipo.
La guía de la convivencia no será la Violencia sino la concertación pacífica de las reglas del juego entre iguales que se respetan.
Tales acuerdos colectivos habrán de garantizar la plena realización de la singular individualidad de cada uno. Paradójicamente, serán la expresión concreta del reconocimiento por ley de esa igualdad esencial que le reconoce al individuo único y diferente el derecho a ser él.
Se trata de un derecho innato, de cada uno y para todos, pero pisoteado constantemente durante la Historia, cuyas sociedades dominantes siempre han sido jerárquicas y autocráticas, de modo que se esmeraron por robarles su identidad a los miembros de las clases subyugadas mientras exaltaban la grandeza de los potentados hasta el punto de tratarlos como a dioses a pesar de su evidente condición humana.
En consecuencia, si somos capaces de trascender la funesta Historia para establecer un período antropológico caracterizado por el respeto a la dignidad de cada ser y al milagro de la Vida que le ha dado su existencia, cada uno podrá desarrollar sus talentos libremente, disponiendo de lo necesario y sin subordinársele a nadie, contradiciendo la vil Historia que, acudiendo a la violencia, ha desconocido y atropellado persistentemente la dignidad de las mayorías en beneficio de los peores ejemplares de la especie.
Se trata de auténticos cánceres para la Vida y la Madre Tierra que estamos obligados a vencer y marginar del poder, recuperando la disposición de la riqueza social para todos los seres humanos en vez de permitir que los Rotschild y similares las monopolicen a costa de la miseria de las mayorías, que suelen morir de hambre sin que los banqueros se conmuevan o, siquiera, se den por enterados.
Para superar esta cruel realidad, la nueva sociedad será plana u horizontal, en vez de jerárquica o piramidal, como las dominantes en la Historia y que, actualmente, nos amenazan con el Apocalipsis que frustraría los anhelos de futuro digno que anhelan las mayorías.
Por tanto, el cambio institucional tanto como el de los valores aceptados para la convivencia y la dirección de la propia Vida, y otros más, serán radicales, buscando que la Vida sea amable y digna de vivirse, en medio de un planeta diverso y protegido por nosotros en vez de seguir convirtiéndolo en un basurero estéril e invivible, como hace el consumismo a un ritmo infernal e insostenible.
Pero semejante cambio sólo lo puede lograr la Humanidad concertada y consciente, dispuesta a develar todas las mentiras y castigar a los mentirosos que les han amargado la existencia a las mayorías, trocándoles sus vidas en tormento.
O sea, cada ser consciente puede apoyar la causa común para que su triunfo esté asegurado, frustrando las intenciones de masones y sionistas por apurar el Armagedón. Este propósito lo están desarrollando aceleradamente, a la plena vista, mientras los Rotschild se apoderan de todo, incluidos los países soberanos que habrán de reaccionar, como le toca a Grecia, España, Portugal, Irlanda y tantos más.
Como nadie es más que nadie, el número que apoye cada causa cuenta y determinará cuál triunfará: la de los potentados degenerados interesados en diezmarnos y destruir los hábitat, o la de la Vida apoyada por cada individuo que haya conquistado su libertad mental y su independencia crítica.
Cada uno resuelve si se integra a esa Humanidad consciente, pues el asunto lo resuelven, conviene insistir para despejar dudas:
a) la cantidad de personas, proveniente del 99% despojado y condenado por los potentados, que resuelvan luchar por su destino, y cuya victoria será posible una vez se alcance la masa crítica necesaria,
o
b) los potentados criminales que nos han condenado al Fin del Mundo, y que, a la vista de todos, están afanados por, y dedicados a, destruir la biosfera, condenar los pueblos a la miseria con el pretexto de pagar la deuda externa, y desatar la tercera guerra mundial que les garantizaría su triunfo.
¡Esa es la cuestión! Por eso no es indiferente para ningún individuo; y tú eres uno, aunque no te lo creas.
1/5. Orígenes, tergiversaciones, agresiones y despojos
1.1 Mitos y hechos
La existencia de la Vida en la Tierra es un asunto polémico, atado a la divinidad y al cosmos, pero que bien puede explicarse como un proceso evolutivo que permite la aparición de especies según el desarrollo del medio en el que se encuentran. Esto es, a medida que las condiciones físico-químicas, magnéticas y energéticas van siendo apropiadas para que surjan y se desarrollen determinadas formas de Vida, cada vez más complejas, éstas no han dejado de surgir y pelechar.
La última hipótesis parece la más plausible, pues es la única que aporta pruebas objetivas mediante la biología comparada de los restos hallados en las excavaciones arqueológicas. Por ende, es sensato postular su validez real tanto como su superioridad intelectual respecto a las teorías metafísicas, pues sus hipótesis están sujetas a la demostración, de modo que pueden cambiar si la realidad no las corrobora.
En cambio, los dogmas religiosos e ideológicos son intocables y justifican, a los ojos del creyente, el desprecio y hasta la eliminación de quien no los comparte, de modo que se convierten en razones de enfrentamiento irreductibles e incuestionables.
Óptimamente, es hasta posible que los mitos creacionales de las diferentes religiones o de las ideologías totalitarias encuentren en la explicación científica una manera de coincidir en su apreciación de la realidad, aunque el dogmatismo se oponga.
Afortunadamente, todos -excepto los sicópatas que nos han subyugado- tenemos cerebro evolucionado, sensibilidad y capacidad de reflexión, de modo que podemos identificar y rechazar el error conceptual de cualquier teoría o planteamiento, si juzgamos con honestidad y sin prejuicios, intentando hallar la Verdad que nos hará libres y que se enriquece con cada punto de vista que la exprese honradamente, aunque nunca podrá suplantar la realidad objetiva ni dar cuenta plena de ella.
En consecuencia, es adecuado admitir que quizás entre los creyentes haya quienes entiendan que la fe es un asunto personal y cultural sujeto a toda clase de arbitrariedades y ajeno a la razón, de modo que no se puede aducir como recurso para negar lo evidente, desconociendo la dignidad del hereje o del contradictor tanto como su derecho a ser libre y a pensar y actuar como tal.
No obstante, los dogmas, generalmente presentados como la voluntad divina, o la profecía materialista del gran científico social, o la inspiración sagrada de un caudillo iluminado, gozan de mucho respaldo entre los fanáticos de ideologías inhumanas que desprecian la Vida.
Semejantes seres se consideran dueños del Universo, pues, como sostienen los sionistas inspirados por los masones, Dios lo habría hecho para ellos, según lo dice la Biblia. O, para otras ideologías, como la nazi, el determinismo histórico los señalaría como los auténticos dueños del destino común.
En consecuencia, con base en sus dogmas, al menos los fanáticos religiosos que han dominado a occidente están decididos a cumplir el destino que nos han postulado los herederos de Abraham encabezados por los arrogantes sionistas instigados por los masones: precipitar el Fin del Mundo.
Semejantes delirios, tan pueriles, desmesurados e irracionales, no merecerían considerarse, a no ser porque su amenaza es real y tangible, como lo vemos con las agresiones de las multinacionales depredadoras contra la biosfera, la Vida y la Humanidad. Igualmente los constatamos con la condena a la miseria de los pueblos para que les paguen a los banqueros lo que se han robado los funcionarios. El mismo propósito genocida lo denota el esfuerzo para desatar la guerra mundial, que, a los ojos de Benjamín Netanyahu, encuentra en Corea del Norte y en Irán la justificación para su crimen apocalíptico de estirpe sionista.
Es que estos apocalípticos hacen todo lo posible por destruir las condiciones geológicas, energéticas y bióticas que le han otorgado al planeta el equilibrio suficiente para sustentar formas de Vida que llamamos superiores y hasta inteligentes, como la especie humana, la canina o la de los cetáceos, y cuya conservación depende de que ese frágil equilibrio ecológico se mantenga.
Incidentalmente, entre estas formas superiores de Vida se hallan los sabios y útiles “perros de la pradera”, que los depredadores de USA consideraban una peste y asesinaban por montones, desoyendo las advertencias sobre la fragilidad de la pradera expresadas por el gran jefe Sioux, inquieto particularmente por la sobrevivencia de los bisontes, a quien los hechos le han dado la razón aunque las bestias consumistas siguen depredando, lo cual demuestra que su verdadero propósito es causar y acelerar la destrucción, disfrazándola de ambición por riquezas, de destino manifiesto o de voluntad divina.
En consecuencia, las ansias de enriquecimiento no pasan de ser pretextos para causar la envidia de los simples, mientras quienes los gobiernan profundizan la destrucción ocultando su crimen, camuflándolo como el universal anhelo de riqueza, pues a las mayorías corrompidas por el mercantilismo la codicia las enceguece, convirtiéndolas en cómplices de su suicidio y del exterminio del resto; y ni caen en cuenta de que las actividades desarrolladas por los potentados pueden frustrar sus pequeñas y viles ambiciones.
1.2 Farsantes sicópatas
Independientemente de la ideología nazi, falangista, fascista, liberal, imperialista, teocrática, agnóstica, cientifista, comunista, socialista, o lo que sea que prediquen los caudillos impostores para engañar a los pueblos que subyugan mientras negocian con el patrimonio público y las riquezas naturales, los sionistas se han apoderado del monopolio financiero mundial y, de contera, de todas las empresas estratégicas y de los recursos naturales, aprovechando la ruindad de la inmensa mayoría de los políticos y los gobernantes, pues todos tienden a corromperse, como lo señaló acertadamente lord Acton desde el s. XIX, de modo que es hora de entenderlo y denunciarlo para evitarlo.
Ignorarlo constituye un error mortal que nos impedirá vencer a los caudillos y demás individuos con complejos de grandeza, para alcanzar la Sociedad Democrática Global que nos reconoce a todos igual dignidad.
En consecuencia, la inhumación de las sociedades jerárquicas es imprescindible si aspiramos a vivir con dignidad en la sociedad plana que las remplace.
Esta sería, hay que repetirlo, la Sociedad Democrática Global que nos corresponde concertar mundialmente para derrotar el Nuevo Orden Mundial de los potentados, que tan avanzado llevan y están desesperados por consolidar, como lo demuestra la lamentable situación de la otrora orgullosa Europa, ahora víctima de una moneda común y de unas políticas imperialistas representadas por Angela Merkel y su peón francés, Nicolás Sarkozy, que les roba la soberanía a los países, sometiéndolos a la dictadura de los banqueros ladrones encabezados por el sionismo.
Simultáneamente, los potentados causan la degradación acelerada de la Vida mediante la destrucción de la biosfera con sus consecuentes envenenamientos de las aguas, los aires y los suelos y la extinción de especies vegetales y animales.
El resultado social para los humanos es la creciente miseria de los pueblos y el paralelo “enriquecimiento” relativo de los vendepatrias que, a cambio de papeles basura (las divisas con valor negativo) y visas USA, les ceden las riquezas naturales a las multinacionales depredadoras, como las mineras, las madereras, las pesqueras, las constructoras de grandes represas y demás infraestructura letal...
También están apurados por desatar la guerra mundial, que impediría que paguen sus crímenes mientras reduciría el exceso poblacional. Éste lo postulan los maltusianos, desde el s. XIX, como el gran problema de la Humanidad, pues su incapacidad -que suponen nos aqueja a los demás, porque ”el ladrón juzga por su condición”- les impide concebir soluciones capaces de respetar y fomentar la Vida.
1.3 Despojo del conocimiento
Con sus demenciales actuaciones pretenden impedir que la Humanidad disfrute del alto nivel de desarrollo técnico científico alcanzado, pero que las grandes corporaciones nos quieren robar con el embeleco de la “propiedad intelectual”.
Con esta artificial noción despojan a los creadores de sus obras, pues los “derechos de autor” no les merecen tanto respeto como la “propiedad intelectual”, una noción eminentemente jurídica, cocinada para justificar las inmensas fortunas de los enemigos comunes, que serían demostrativas de su falaz grandeza, según su ruin opinión de zánganos estériles con complejos de dioses y actitudes de demonios.
La razón para sus abusos es que carecen de capacidad creativa real porque son monstruos amorales, estériles para lo digno pero expertos en estafas, saqueos, violencias, leguleyadas e imposturas que les permiten apropiarse de las posesiones, las creaciones y los descubrimientos ajenos con absoluto cinismo, pues saben que las autoridades venales los protegen, y hasta honrados los consideran mientras persiguen como ladrones a los verdaderos creadores y propietarios.
De esta manera impiden que los aportes humanos fluyan libremente a fin de que todo el que lo desee los use en su beneficio personal, enriqueciéndolos para beneficio y complacencia de la gente decente y solidaria.
Mediante las “patentes”, que legalizan la artificial y abusiva “propiedad intelectual”, nos despojan a las mayorías, incluidos los autores, de los aportes de los genios que tienen el talento suficiente para enriquecer el bagaje común.
Así pasa con medicinas esenciales que hace rato cumplieron sus ciclos destinados a retribuir al creador, de modo que ya deberían ser patrimonio común de la Humanidad, capaz de librarla de flagelos como el Sida y tantas más enfermedades tropicales (o de pobres).
2/5. Perversidad ecocida
2.1 Ideologías y prácticas letales
A los enemigos comunes cada vez les queda más difícil justificar la guerra, a medida que el falso patriotismo -con el que inducen a los jóvenes e ingenuos soldaditos a convertirse en asesinos de inocentes en territorio lejanos, corriendo el riesgo de perder la vida, como el hijo de Cindy Sheehan que murió para que los petroleros aumentasen sus saqueos, según se lo espetó la señora madre a George W. Bush- queda desenmascarado como simple codicia y maldad de los potentados que, inexplicablemente desde un punto de vista racional, no desisten de causar el holocausto.
Además, al menos mientras no los persiga la justicia por sus crímenes abominables que pronto habrán de pagar, la destrucción deliberada de la biosfera la quieren presentar como una actividad económica legítima y provechosa para las víctimas.
Se esmeran por hallarle alguna ventaja para los pueblos despojados y condenados a la miseria, mientras buscan ocultar que su verdadera y única virtud es que les permitirá a las transnacionales superar durante un par de períodos la crisis económica. Elevarán transitoriamente su producción anual apropiándose de las riquezas naturales no renovables a cambio de divisas sin valor pero altamente apreciadas por los vendepatrias miserables.
Quieren seguir robándose los minerales de la Tierra, arrasando con los bosques y los suelos, y asesinando animales de todas las especies, cuando no es que las extinguen por completo envenenando las aguas y destruyendo los nichos ecológicos.
Cometen sus atropellos imperdonables a cambio de divisas sin valor que Ben Bernanke imprime a discreción de sus amos Rotschild, y que los cipayos se esmeran por atraer, calificándolas de “inversión extranjera” cuando es evidente que no pasan de ser saqueos de los que deberían avergonzarse si tuviesen siquiera una gota de dignidad.
De tal manera causan no sólo la depredación del territorio sino la ruina de los exportadores por exceso de divisas, lo cual las deprecia conllevando que, al cambiarlas por moneda nacional, obtienen cada vez menos.
Por tanto, la consecuente ruina de las neocolonias del Neoliberalismo será inevitable y ya es inminente. Sólo la pueden evitar los hombres libres que resuelvan rescatar su dignidad y reclamar la soberanía de las naciones, que ningún individuo tiene derecho a pisotear aunque evidentemente es lo que están haciendo los banqueros ladrones a través de sus lacayos de los organismos internacionales tanto como de los gobernantes cipayos que aplican las recetas neoliberales que les imponen.
Mientras los recursos naturales no se agoten, los países que los poseen también disfrutarán de una pasajera bonanza que les permitirá a los cipayos halagar a quienes despojan, evitando que protesten por el mal irremediable que les están causando y que hacen pasar como “progreso”.
Cuando los pueblos descubran el engaño, los engañadores ya habrán partido y el desastre será irreparable, de modo que la miseria será absoluta, como sucede en la agobiada Haití.
Si quieren oro, que compren el que ya hay extraído en vez de justificar como santa codicia la perversa determinación de arrasar la biosfera buscando extinguir la Vida para complacencia de Yahvé.
Lamentablemente -en vista de que la Humanidad cada vez entiende más el grave desafío para la conservación de la Vida que significan las actividades extractivas-, buscando impedir que los pueblos se opongan a la hecatombe programada por los potentados, los degenerados sicópatas ecocidas, ladrones, inescrupulosos y asesinos que posan de dirigentes políticos y sociales, en vez de combatir y desacreditar a las multinacionales como enemigas de la democracia o del imperio, están aliados con ellas, de modo que no las cuestionan sino que apoyan sus actividades letales, presentándolas como progreso, y reprimen a quienes las denuncian y combaten.
Pero no son sólo los lacayos tradicionales de la derecha quienes actúan como enemigos de los pueblos.
Por desgracia, como expresión natural de las sociedades jerárquicas que subyugan a las mayorías, también existen vendepatrias -presuntamente de izquierda y supuestos enemigos del capitalismo aunque cultores del consumismo y la autocracia, y hasta comprometidos con el genocidio formidable que nos han decretado los masones- que posan de independientes o hasta de combatientes intransigentes e irreductibles de las trasnacionales, pero no dejan de servirles aunque las insulten públicamente.
Por su lado, los potentados entienden que lo importante es poder adelantar los saqueos, de modo que cualquier ideología que lo facilite es válida, así les falte al respeto y los califique de bandidos, sobre todo después de las denuncias de Julian Assange, que los han desenmascarado como pestes embaucadoras, desalmadas, ambiciosas y asesinas.
Inclusive, ese supuesto repudio al imperialismo de los cipayos de izquierda sirve para adormecer las conciencias de los oprimidos, lo cual es más difícil cuando quienes gobiernan son siervos declarados del Imperio, como Laurita Chinchilla, en Costa Rica, quien no ha podido adelantar la destrucción de sus hábitat con tanto desparpajo como Evo Morales u Ollanta Humala pero, mientras trata de causar un conflicto con Nicaragua, está dispuesta a admitir todo lo que le ordenen sus jefes de USAID, como la facilitación de los puertos de su país para que la flota imperialista usana tenga donde atracar sus bombarderos.
Sigue el fracasado libreto imperialista aplicado por Álvaro Uribe Vélez, el perverso dictador que, orientado por la caricatura criolla de Goebbels, el todavía impune José Obdulio Gaviria Vélez, nos agobió en Colombia durante ocho aterradores años. Y aspira a seguir haciéndolo aunque sus funcionarios le huyen a la justicia porque sus delitos, como los de su jefe chalán, son inocultables a pesar de la demagogia de Uribe que pretende presentarlos como perseguidos políticos cuando son meros ladrones, desalmados, farsantes y asesinos.
Por fortuna, sus otrora socios criminales -extraditados a USA después de que la Corte Suprema de Justicia impidió que se tomasen el poder, según lo habían pactado con Uribe cuando resolvieron llevarlo a la presidencia mediante los votos cautivos de la mafia-, ahora lo están desenmascarando.
Y el chalán no tiene forma de evitarlo, por mucha neolengua que gaste, por mucho que mienta y oculte la verdad, y por mucho que se esmere en descalificarlos cuando sus denuncias lo afectan, aunque no deja de apoyarlas cuando lo favorecen o favorecen a sus compinches, cual es el caso del siquiatra que dirigió el proceso de impunidad concertado con los narcotraficantes de la derecha y los paramilitares que los protegían.
2.2 Pragmatismo económico político
No obstante, hay que repetirlo, los halcones ya no exigen que los vendepatria hagan profesiones de fe pro imperialista, como las del abyecto Álvaro Uribe Vélez. Les basta con que les autoricen los saqueos.
No les importa que los insulten sino que no les aumenten el porcentaje de regalías; que los impuestos que les cobren sean los mínimos posibles; que les construyan la infraestructura necesaria para adelantar el saqueo; que los protejan de la población autóctona condenada a la hambruna y a la pérdida de su ambiente, y que no les impidan la exportación de los recursos saqueados, generalmente subregistrados.
Al efecto, debido a que les queda imposible seguir ocultando sus agresiones a la naturaleza con sus aterradores consecuencias, han resuelto emplear sus medios de manipulación de masas (mass media) para hacerles creer a las poblaciones afectadas que es posible desarrollar una minería sustentable, y que la destrucción de la capa vegetal en inmensas extensiones, mediante la minería a cielo abierto, es una bendición de Dios. Al menos lo sería para los sionistas que ven fácil adelantar su misión apocalíptica dinamitando las tierras y envenenando aguas y aire.
Consideran que “percibido es más real que real”, como lo postula la perceptología, de modo que confían que con publicidad podrán evitar que la gente entienda la extensión del desastre minero, entre otros programados para todos los países que se dejen.
Del mismo tenor distractor es el escándalo por el “calentamiento global”, que sería un mal menor ante los problemas de destrucción deliberada de la biosfera.
De hecho -a pesar de la campaña adelantada por la multinacionales que financian al desviacionista Al Gore con su “Verdad Incómoda” y hasta el Nobel de Paz le otorgaron para que repercutieran sus tesis en las molleras de los ingenuos-, el calentamiento global es altamente dependiente de eventos cósmicos, como los ciclos solares. De ninguna manera es debido exclusiva ni principalmente a la actividad humana o a la digestiva de los rumiantes, como nos quieren hacer creer para desviar la atención de los verdaderos problemas.
En consecuencia, el denunciado calentamiento es insignificante y hasta fácil de remediar, comparado con la destrucción deliberada de los nichos de Vida a través del Mundo entero.
Tal destrucción deliberada, con mucha más razón que el coco del calentamiento, es la verdadera causa del acelerado “cambio climático” y de los crecientes desastres ambientales.
Éstos, que están destruyendo aceleradamente la biosfera, son independientes del calentamiento o del enfriamiento globales que le achacan a los “gases con efecto invernadero” producidos por los rumiantes que expelen metano, o por los choferes de vehículos movidos mediante necro combustibles que expelen dióxido de carbono y otros venenos cuyas consecuencias sobre la salud le achacan convenientemente al hábito de fumar tabaco, negando que éste es otro de esos regalos de la madre Naturaleza que sus hijos desnaturalizados desean estigmatizar, como a la coca o a la marihuana.
Tan criminal propósito apocalíptico -que los pueblos son los únicos que podrían y están obligados a frustrar- ha llevado a los cipayos, autorizados por sus amos potentados que siguen reacios a aumentar el irrisorio porcentaje de regalías para los países saqueados, a distribuir entre más regiones de las patrias el monto de las regalías que deje el saqueo, como lo ha hecho la servil Colombia al aprobar una ley en ese sentido.
Confían en que el dinero todo lo compra, de modo que no dudan de que lograrán corromper a las víctimas de la depredación o, al menos, a sus “líderes” venales, consiguiendo que los pueblos admitan ser despojados a cambio de divisas sin valor.
Pero los pueblos parece que no están dispuestos a tolerarlo, a juzgar por las reacciones de las poblaciones autóctonas contra las amenazas al medio ambiente.
Así lo ilustra el caso de Evo Morales en Bolivia, quien tuvo que renunciar a construir una carretera atravesando la Amazonía por el TIPNIS. Pero no desiste de su compromiso con las multinacionales, de modo que ha resuelto comprar conciencias para aprobar mediante un plebiscito lo que toda la Humanidad decente desaprueba, pues se trata de asuntos que nos afectan a todos, de modo que no pueden resolverlos exclusivamente unos cocaleros comprados y divorciados de la Pachamama.
Un caso parecido es el de Ollanta Humala en el Perú, reculando tácticamente ante la reacción gallarda del pueblo pero sin desistir en entregarles a las multinacionales mineras (canadienses en su mayoría) la destrucción de la agrícola y ganadera Cajamarca con la consecuente desaparición de sus acuíferos, envenenados con mercurio, azufre y arsénico, mientras los campos serían destruidos a causa de las explotaciones auríferas a cielo abierto.
Ojalá el gobierno cubano también reflexionase antes de destruir su litoral en beneficio de las odiadas multinacionales petroleras, patéticas expresiones de la agonía del sistema jerárquico y consumista que estamos obligados a superar lo más pronto posible.
Debe entender que el turismo le garantiza una fuente confiable, sana y permanente de recursos y de empleo, que desaparecerá definitivamente si se adelantan las exploraciones y explotaciones submarinas que les autorizó a la española Repsol y a otras depredadoras trasnacionales petroleras más.
Mientras tanto, es meritoria la reacción de los indígenas panameños, similar a la previa de bolivianos y peruanos, contra la destrucción de las selvas para extraer sus riquezas o para construir represas que afectan hasta el equilibrio electromagnético de la Tierra.
Son ejemplares al oponerse al lacayismo de Ricardo Martinelli, incondicional aliado de las multinacionales e, incidentalmente, ficha de Álvaro Uribe Vélez resuelta a facilitarles a los funcionarios de la dictadura furibista su evasión de la justicia que les ha ido formulando graves cargos penales, propios de bandidos narcotraficantes y vendepatrias pero que el cínico y todavía impune ex dictador pretende presentar como persecución política del actual gobierno, que fue elegido con los mismos votos cautivos de los mafiosos que le permitieron al chalán de Salgar prolongar su dictadura durante dos períodos presidenciales.
Pretende que olvidemos que el gobierno que lo sucedió está encabezado por Juan Manuel Santos Calderón, quien fue su ministro de defensa, promotor de los crímenes más escandalosos del aterrador período, como los “falsos positivos”, denominación dada en Colombia al asesinato aleve de ciudadanos desplazados, desempleados, engañados e indefensos, para hacerlos pasar como guerrilleros caídos en combate contra el ejército, a fin de que la “confianza inversionista” se fortalezca.
Del mismo tenor falaz son las llamadas “cohesión social” y “seguridad democrática”, que completan los tres huevitos de Uribe, el gran farsante que admiran los culebreros paisas y algunos cipayos de la región latinoamericana interesados en ganarse los favores del sionismo y de su gran colonia americana.
2.3 Destrozos irreparables
Es fundamental entender que la depredación de la Naturaleza es irreparable en términos humanos. Ningún dinero puede regenerarla, como quedó suficientemente claro con el derrame de petróleo promovido y prolongado por la BP en el golfo de México en 2010, contando con la complicidad del títere Barak Obama. Es algo absolutamente claro por lo menos desde la catástrofe del Exxon Valdez en Alaska, hace varias décadas.
Esta tragedia ambiental es de vieja data pero se ha visto agravada cada vez más con calamidades cotidianas, como la ruptura de oleoductos que contaminan las aguas potables, tan preciosas y cada vez más escasas por la perversidad consumista. O las catástrofes marinas de los grandes petroleros, como el que encalló en la gran barrera de coral del Pacífico; o hasta de trasatlánticos de lujo, como el Concordia en Italia.
Peor de desastroso, por su enorme duración y sus aterradores efectos sobre la salud, es la contaminación radiactiva causada por los reactores de Fukushima en 2011, o por los de Chernobyl en 1986.
Pero para la Vida son letales no sólo las explotaciones mineras y energéticas sino cualquiera de las agresiones silenciosas que están acabando aceleradamente con la biosfera por todas partes y que tenemos la obligación de detener y, hasta donde sea posible, de revertir.
2.4 Avances apocalípticos
Lamentablemente, en todos los países dirigidos por lacayos se cuecen habas, como lo ilustra la lista de anexos dispersos sobre los atentados en curso contra Pachamama, que apenas son una muestra regional de la agresiones simultáneas, por todo el Mundo, capaces de destruir la biosfera en unos cuantos días.
Impedirlo exige soluciones radicales e imaginativas -absolutamente diferentes a las medidas implantadas durante la vigencia de la Historia- por cuenta de los pueblos y contra cualquier pretensión de liderazgo, así se trate de sicópatas inéditos, aparentemente mansos, sensibles e inteligentes. El problema es común y nos corresponde a todos resolverlo.
Pero los potentados están convencidos de que los pueblos son tan estúpidos y amantes del dinero como los degenerados que los subyugan.
Por tanto, consideran que no dudarán en aceptar la pérdida irreparable de su medio ambiente, que les ha garantizado la subsistencia durante cientos de años, para obtener unas divisas que no valen nada y que pronto nadie estará dispuesto a aceptar como equivalente de riqueza.
Como carecen de ética y todo lo convierten en mercancías o en dinero basándose en una moral acomodaticia y mortal, consideran que los pueblos adolecen de la misma miseria, de modo que no dudan que lograrán acallarlos con dólares y euros sin valor, aunque es claro que la actividad depredadora escasamente garantiza ingresos durante unos pocos años para postrar a sus víctimas en una miseria eterna una vez se agoten los recursos saqueados.
Y eso no les gusta a los pueblos aunque sea un estímulo adicional para quienes los traicionan. Éstos todo lo tasan en dinero, de modo que se consideran superiores porque son hábiles para obtenerlo mediante maniobras indignas que la gente decente detesta.
Su megalomanía la corroboran humillando a los supuestos inferiores que carecen del estiércol del demonio, lo cual demostraría que son unos fracasados, según piensan los descerebrados incapaces de crear pero hábiles para acumular dinero, destruir la biosfera y envilecer a la especie.
Desde luego, si se salen con las suyas avanzarán bastante en sus planes de extinción, pues al reducir las tierras cultivables tanto como las que protegen y fomentan la conservación de la Vida, no sólo envenenan las aguas, los suelos y la atmósfera, con la consecuente y constante desaparición de especies, sino que la hambruna decretada para las mayorías será cada vez más general, profunda e irreversible.
Los daños serán definitivos y afectarán vitalmente a los descendientes tanto como a los presentes, en caso de que los potentados no culminen de una vez por todas la extinción de la especie humana, los cual es la gran obsesión y la histórica misión de los sionistas y de quienes les siguen sus pasos.
La ventaja es que, de lograrlo, no habría descendientes de los depredadores innatos; a saber, de los sicópatas que han dominado en la Historia. De ser así, las demás formas de vida que lograsen sobrevivir podrían esmerarse por perpetuarse en armonía, una vez libradas de sus peores enemigos. No obstante, mientras nos eliminan a los demás, existe el temor de que se refugien en sus bunker o en las estaciones espaciales, mientras culminan la destrucción que podría afectarlos a ellos también, si se exponen.
En cuanto a los humanos, no debemos olvidar que los sionistas posan de dueños del Mundo porque sus titiriteros, los masones, prefieren mantener un perfil bien bajo posando de ecuánimes redentores mientras la Humanidad se extingue dejando el terreno despejado para eventuales extraterrestres, supuestamente interesados en apropiarse de nuestro planeta desde hace miles de años...
Algunas culturas primitivas califican de dioses a dichos seres, y, en caso de que sobrevivan, sus miembros esperan su imperial regreso, totalmente resignados a su propia suerte de siervos de personajes tan desalmados como los potentados depredadores.