Colaboracion: Compañera Laura Flores...
Con la creatividad y altura de mira que lo caracteriza, al gobierno calderonista no se le ocurrió mejor idea que reducir 6.9 por ciento, en términos reales, el presupuesto 2011 destinado al agro nacional, con el objetivo, de acuerdo con el discurso, de sacar de la miseria al campo y a sus habitantes, de tal suerte que para el próximo año la propuesta oficial es recortar en alrededor de 10 mil millones de pesos los dineros públicos canalizados a este sector. Esto también forma parte de la fallida magia del para vivir mejor (eslogan preferido del inquilino de Los Pinos) de Felipe Calderón y sus muchachos, quienes en los hechos han logrado exactamente lo contrario de lo comprometido.
Menor gasto público para el campo logrará abatir el nivel de miseria en el abandonado campo mexicano (no confundir con los poderosos consorcios agroindustriales, como suele hacerlo el gobierno federal) y hacerlo más productivo, según la asombrosa propuesta calderonista para 2011, en el entendido de que allí está el Programa Oportunidades y el Seguro Popular (léase clientelismo electorero) que mantienen improductiva a la gran masa depauperada, es decir, sin salida alguna.
Para 2011, la reducción global del presupuesto al campo (agrupado en el Programa Especial Concurrente, PEC) es de 6.9 por ciento en términos reales, pero al desglosar los contenidos se observan casos verdaderamente alarmantes. Por ejemplo, el presupuesto para el Programa de Financiamiento y Aseguramiento al Medio Rural registra un desplome de 53.3 por ciento, en términos reales, con respecto a 2010; el propuesto para Financiera Rural, una caída de 56.9 por ciento, el que se canalizaría al FIRA (Fideicomisos Instituidos en Relación a la Agricultura) de 68.8 por ciento, y el destinado a Agroasemex (Fondos de Aseguramiento de Microseguros) 45.3 por ciento.
De igual forma, la propuesta presupuestal para el Programa de Apoyo a la Inversión en Equipamiento e Infraestructura implica un desplome de 11 por ciento real, en términos generales, en comparación con 2010. Dentro de este programa se observan caídas espectaculares: sector agrícola, 49.2 por ciento; sector ganadero, 69.8; sector pesquero, 58.4; desarrollo rural, 77.6 por ciento. Por lo que toca al Programa de Apoyo al Ingreso Agropecuario (Procampo para Vivir Mejor) la baja es de 13.5 por ciento; los dineros públicos destinados al Programa de Desarrollo de Capacidades, Innovación Tecnológica y Extensionismo crecerían 5.5 por ciento en términos generales, pero a la hora del desglose se encuentra que el presupuesto para Innovación, Transferencia de Tecnología se hunde 81 por ciento, y 100 por ciento el correspondiente a Asistencia Técnica y Capacitación. El de Reforma Agraria se desploma 69 por ciento, pero Desarrollo Social (el citado clientelismo) se incrementa 236 por ciento, y el del Fondo Nacional de Fomento a las Artesanías (Fonart) 214 por ciento.
Los Programas de Educación, que forman parte del PEC, recibirían 0.3 por ciento menos que en 2010, pero se dan casos espeluznantes: el presupuesto para la Universidad Autónoma Chapingo se reduce 31 por ciento con respecto a 2011; el del Colegio Superior Agropecuario del Estado de Guerrero 17 por ciento menos, y el del Colegio de Postgraduados, 11 por ciento por abajo. Además, el presupuesto para los programas de infraestructura y caminos rurales se desploma 77 por ciento, y así por el estilo, amén que desaparecen ocho programas.
Así es como suponen en Los Pinos que sacarán de la miseria al campo y a sus habitantes. El citado desglose lo elaboró el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados, pero ¿cuál es la situación de quienes habitan el campo mexicano? El Centro de Análisis Multidisciplinario de la Facultad de Economía de la UNAM aporta lo siguiente:
Para marzo de 2010, de 33.8 millones de habitantes en el medio rural mexicano, sólo 8.1 millones se encontraban ocupadas en las actividades agrícolas y ganaderas. Del total de la población rural, y producto de la crisis, 37 por ciento no recibe ingreso (12 millones 506 mil personas); 25 por ciento obtiene hasta un salario mínimo (8 millones 450 mil); 26.9 por ciento de uno hasta dos salarios mínimos (9 millones 92 mil 200); 8 por ciento de dos hasta cinco salarios mínimos (2 millones 704 mil personas), y sólo 5.1 por ciento con un ingreso superior a cinco salarios mínimos (un millón 723 mil 800 personas).
La pérdida acumulada del poder adquisitivo de los mexicanos, durante los gobiernos de Vicente Fox y de Felipe Calderón (diciembre de 2000 hasta el primero de agosto de 2010) ha sido de 69.9 por ciento.
El número de familias en el campo que no puede acceder a una canasta básica aumentó 5 puntos porcentuales. Con el incremento de los productos de la canasta básica durante los primeros tres años de Felipe Calderón, las familias que viven en el campo tienen una pérdida de 44.3 por ciento en su ya deteriorado nivel de vida. Cuando se compara el ingreso, en relación con la canasta básica (suponiendo que el salario debe tener la capacidad de compra para adquirir los bienes y servicios básicos para satisfacer las necesidades mínimas de la familia campesina), se observa una clara pérdida de poder adquisitivo por parte de las familias trabajadoras. Este factor se acentúa en la generalidad de las familias campesinas.
El número de agricultores que, trabajando arduamente en el campo, no pueden comprar la canasta básica, llega a 30 millones 48 mil 200 personas, el 88.9 por ciento de los campesinos en México no pueden adquirir la canasta básica, y quienes medianamente pueden consumir una canasta con los ingresos actuales llegan a ser únicamente 2 millones 704 mil personas.
Ése es el crudo panorama en el agro nacional, pero en Los Pinos creen que con menor gasto público se erradicarán las precarias condiciones en el campo y la miseria de los campesinos. Atinadísimos, como siempre.
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