¿Por qué Benjamin Netanyahu, Avigdor Lieberman y otros líderes sionistas insisten en que "no habrá paz si los palestinos no reconocen que Israel es el Estado del pueblo judío"? Ellos ya han proclamado su Estado en esos términos. En su pretensión cuentan con el apoyo de la mayoría de países europeos, de los Estados Unidos de América, de Canadá, Australia y otros muchos países del mundo que no tienen ningún inconveniente en definir al Estado de Israel en esos términos. Muchos países árabes -con líderes que padecen miopía- tampoco tendrían mayores problemas para aceptar esa definición. Casi todos los países con suficiente poderío militar, económico o influencia diplomática están o bien de acuerdo con la descripción del Estado de Israel como Estado del pueblo judío o no tienen ningún problema real para aceptar esa definición. Así pues, ¿por qué los líderes israelíes insisten en exigir ese reconocimiento a una dirigencia palestina impotente y sin recursos?
He aquí algunas reflexiones al respecto:
Algunos dicen que la gente como Netanyahu y Lieberman disfruta humillando a los palestinos. Insistir en esa demanda proporciona a los dirigentes israelíes la oportunidad de añadir el insulto de la derrota a la herida abierta hace 62 años en las carnes del pueblo palestino. Obtener o no ese reconocimiento carece de importancia. Lo que les importa a los dirigentes israelíes es poder seguir insultando al pueblo palestino y humillando a su dirigencia, pues ése es su afrodisíaco.
Algunos dicen que los dirigentes israelíes piensan que la paz no favorece en nada a su experimento sionista en Palestina, puesto que la paz pondría punto final al proyecto expansionista del sionismo. Por consiguiente, para eliminar cualquier posibilidad de alcanzar la paz los dirigentes israelíes exigen algo que saben que ningún líder palestino puede aceptar, ni siquiera un líder que pudiera simpatizar con esa demanda. Ningún líder palestino se atreverá jamás a formular la pregunta, y mucho menos a adoptar la decisión de otorgar ese reconocimiento. Los dirigentes sionistas usarían el rechazo palestino a reconocer a Israel como Estado del pueblo judío para no hacer la paz, para culpar de ello a los palestinos y para continuar con su proyecto sionista expansionista valiéndose del ejército más poderoso de Oriente Medio y respaldados por el apoyo incondicional de los Estados Unidos de América.
Algunos dicen que lo que los líderes sionistas desean es arrancar a los palestinos una declaración final de rendición y una aceptación de su derrota, algo que supondría la proclamación de la victoria total del proyecto sionista. Aunque los palestinos han perdido su país y llevan padeciendo la limpieza étnica ininterrumpidamente desde 1948, a pesar de las condiciones de miseria infrahumanas en las que millones de palestinos llevan viviendo más de sesenta y dos años y a pesar de la aquiescencia internacional para encubrir los crímenes sionistas en Palestina, el pueblo palestino nunca ha aceptado la derrota y ha continuado su resistencia contra el proyecto sionista que persigue su aniquilamiento como pueblo. Un reconocimiento palestino del Estado de Israel como Estado del pueblo judío daría a los sionistas la satisfacción que tanto necesitan –y de la que nunca disfrutaron- de una victoria inapelable y total.
Algunos dicen que el reconocimiento palestino [de Israel como Estado judío] supone la eliminación del Derecho al Retorno de los refugiados palestinos consagrado por el derecho internacional y especificado mediante la Resolución 194 de la Asamblea General de las Naciones Unidas del 11 de diciembre de 1948. El párrafo 11 de la resolución 194 establece que la Asamblea General de la ONU "Resuelve que los refugiados que deseen regresar a sus hogares y vivir en paz con sus vecinos deben poder hacerlo a la mayor brevedad posible, y que deben abonarse compensaciones por las propiedades de aquéllos que decidan no regresar y por pérdida o daños a la propiedad que, bajo los principios del derecho internacional o de equidad, deben ser reparados por los Gobiernos o autoridades responsables"). Un reconocimiento palestino del Estado de Israel como Estado del pueblo judío entraría en conflicto con la tan demorada resolución 194 y sería incompatible con el retorno de los refugiados palestinos ya que ninguno de ellos es judío.
Algunos dicen que la exigencia sionista de que los palestinos reconozcan al Estado de Israel como Estado del pueblo judío tendría tanto impacto sobre el futuro como sobre el pasado. Además de aceptar que los sionistas han vencido, un reconocimiento palestino semejante significaría una aprobación tácita previa de cualquier acción que el Estado "judío" emprendiera en el futuro para proteger su "carácter judío", incluyendo una nueva limpieza étnica de los no-ciudadanos israelíes judíos cada vez que su número pusiera en peligro la sólida mayoría judía precisa para mantener el "carácter judío" del Estado. Puesto que prácticamente todos los ciudadanos israelíes musulmanes y cristianos son palestinos, un reconocimiento palestino del Estado de Israel como Estado judío acabaría con, o debilitaría significativamente, todos los derechos de ciudadanía de los que esos palestinos israelíes hubieran gozado en el pasado o pudieran gozar en el futuro. Ese reconocimiento supondría un duro golpe a la lucha de los palestinos por la igualdad de derechos civiles en su propio país y prepararía el terreno para su limpieza étnica más tarde o más temprano.
Además de todo lo anterior hay otra explicación de por qué los líderes sionistas exigen que los palestinos reconozcan al Estado de Israel como Estado del pueblo judío. Los líderes sionistas saben que su Estado no es legítimo. Saben que construyeron su Estado sobre las ruinas frescas de la sociedad palestina. Saben que Israel nació en pecado por medio de la limpieza étnica, el asesinato, el terror, los premeditados asesinatos en masa de civiles, el robo de tierras, etc. Asimismo, saben que están en el punto álgido de su poder y que disfrutan del apoyo militar, político, económico y diplomático incondicional de la única superpotencia del planeta. También saben que el liderazgo palestino se encuentra en el punto más bajo de su historia, desesperado, impotente, impopular entre su propio pueblo, sin dinero, totalmente dependiente del aliado más poderoso de Israel e incapaz de contrarrestar el poder del Estado de Israel a nivel local, regional o internacional. Tomando todos estos hechos en consideración, Netanyahu, Lieberman y la gente que les rodea huelen la sangre. Ven en la actual dirigencia palestina su mejor oportunidad para conseguir el premio que más codician: la legitimidad. Los dirigentes sionistas creen que arrancando ese reconocimiento a la dirigencia palestina obtendrán la aceptación palestina de la legitimidad del proyecto sionista, la legitimidad de todas las acciones sionistas pasadas, la legitimidad de todas las acciones sionistas futuras contra el pueblo palestino en cualquier lugar, y la legitimidad de todas las futuras acciones sionistas dirigidas a combatir cualquier forma de resistencia palestina o de lucha palestina por la igualdad frente a la naturaleza excluyente del experimento sionista en Palestina.
Al exigir que los palestinos reconozcan el Estado de Israel como el Estado del pueblo judío, la dirigencia sionista busca que las víctimas legitimen los crímenes que el sionismo ha perpetrado contra ellas. Al plantear esa exigencia, el violador busca que la víctima de su violación declare ante el juez de la Historia que el acto de la violación fue legítimo. Sin embargo, a pesar del desequilibrio de fuerzas, de los bloqueos, de la limpieza étnica, de la magnitud del sufrimiento, del apartheid, de la destrucción, del horrible racismo, de la discriminación incesante, de los crímenes más despreciables, de todas las amenazas, de todas las fantasías que puedan abrigar los sionistas, a pesar de la división de la casa palestina, e incluso aunque los palestinos se enfrenten a su aniquilación total de la faz de la tierra, el reconocimiento palestino que ansían los sionistas para que aquéllos legitimen sus crímenes contra el pueblo palestino, jamás se producirá. Bajo ciertas circunstancias los palestinos podrían tener la capacidad de perdonar los crímenes sionistas, pero para prestarles legitimidad, jamás.
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