Colaboracion: Compañera Albania Camacho..
Las principales experiencias por instalar la democracia en los pueblos de América Latina fracasaron, no tanto por las intrigas de la CIA, de la DEA, del FBI o de las voraces multinacionales, sino por la ineficiencia, corrupción y narco-vínculos de nuestros gobiernos, y las cúpulas partidarias.
Lamentablemente esta ha sido una situación histórica en nuestros pueblos, solo tenemos que recordar nuestra historia reciente o revisar la historia política de nuestros presidentes actuales; Alan García, Porfirio Lobos, Carlos A. Pérez, Vargas Llosa, Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos, Leonel Fernández, y otros que todos conocemos.
La clase política latinoamericana, está haciendo bastante por desacreditar la democracia, para de esta manera abrir el sendero para nuevos caudillos autoritarios y corruptos.
Colombia es un país afectado en grado extremo por la corrupción administrativa, este país se ve afectado por los fenómenos del narcotráfico, la guerrilla, los paramilitares y la delincuencia.
La corrupción administrativa se ha expandido significativamente como problema en los últimos años alcanzando niveles preocupantes.
En los últimos meses la inseguridad ciudadana ha aumentado en nuestros pueblos, los niveles de represión que se vive en nuestros paises son preocupantes solo tenemos que ver la cantidad de ciudadanos que han muerto a manos de la policía en la Republica Dominicana o las agresiones de las que ha sido objeto el sector magisterial en Honduras.
Son inmensas las dificultades para enfrentar el reto tan trascendental de moralizar la administración pública en sus diferentes niveles.
La opinión pública está convencida de que este objetivo no se puede seguir postergando en el tiempo sin que nuestros pueblos paguen costos económicos, políticos, y sociales inaceptables.
En la estrategia que se adopte para combatir la corrupción es indiscutible la importancia del fortalecimiento de la justicia, para que estos casos sean realmente sancionados y la población recupere la credibilidad en nuestros sistemas jurídicos, porque mientras exista la impunidad no vale la pena pensar en sanciones penales.
La adecentaciòn del estado tiene que ir acompañada por la moralización de la sociedad en sentido general, porque el enfrentamiento de la corrupción es compromiso de todos, debemos elaborar una estrategia posible, concreta y manejable para todos.
Los derroches clientelistas y la corrupción oficial se están pagando con más precariedades e incapacidades de nuestros gobiernos y, principalmente, con mayores sufrimientos para nuestros pueblos.
Las vías extralegales de enriquecimiento se han incrementando. La delincuencia de todo tipo se expande, especialmente la delincuencia de Estado y aquella que brota del empobrecimiento humano. La bestialidad policial se despliega a más velocidad y con mayor descaro. La indignación popular y las tensiones sociales se re-potencian.
El descrédito del neoliberalismo es insuficiente para impedir la continuidad de su imposición, la cual se sigue alimentando de la dispersión, el fraccionamiento y la disgregación de los viejos y de los nuevos sujetos sociales y políticos alternativos combinados con la corrupción, el clientelismo y la represión.
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