jueves, 19 de agosto de 2010

Caza de Focas



Los pinnípedos (focas, leones marinos, otarias, elefantes marinos y morsas) se enfrentan en la actualidad a una gran variedad de problemas y amenazas. La fuerte explotación comercial a la que han sido sometidos junto con el cambio climático, la contaminación, la destrucción de hábitats, los problemas con algunas artes de pesca y diferentes enfermedades amenazan a sus poblaciones.

El grupo de animales conocido como pinnípedos engloba a un total de 33 especies de focas, leones marinos, osos marinos, elefantes marinos y morsas. Son mamíferos marinos de tamaño variable que se reúnen en grandes grupos sobre la tierra o el hielo para reproducirse, lo que los convierte en especies muy visibles para el ojo humano. Esto, unido a su lentitud para desplazarse por tierra hace que sean presa fácil para los cazadores que, para no estropear las pieles, matan a golpes a los animales.

Históricamente, estas especies han sufrido una grave presión debido a la explotación comercial a la que han sido sometidas por sus pieles, su carne y su grasa. También por los valores que en Asia se atribuye a los genitales masculinos de muchas de las especies. 

El Plan de Gestión de caza de focas del Gobierno de Canadá autorizó en 2006 la muerte de 335.000 focas, mientras que para 2007 la cifra se ha reducido a 270.000 ejemplares. Esto, que pudiera parecer un descenso significativo, no va a aliviar en absoluto los problemas a los que se enfrentan los cachorros de foca este año. Y es que el cambio climático ha reducido drásticamente la cantidad de hielo que suele haber a estas alturas del año. Las hembras de foca de groenlandia suelen parir directamente sobre grandes fragmentos flotantes de hielo y las crías permanecen en ellos hasta que desarrollan sus habilidades natatorias. En 2002 el 75% de los cachorros de foca de groenlandia nacidos en el Golfo de San Lorenzo, una de las dos zonas de caza de focas en Canadá, fallecieron por la pérdida prematura del hielo sobre el que habían nacido. A juzgar por cómo fue el pasado invierno en la zona, la situación este año puede ser aún peor. En estas condiciones, es inaceptable que el gobierno de Canadá mantenga sus planes de acabar con 270.000 focas.


Greenpeace ha realizado una revisión del informe de 2005 "La Caza de Focas en Canadá: sin plan y sin gestión" donde se detallan las imprecisiones e inexactitudes utilizadas por el Gobierno canadiense para justificar la caza comercial de focas. Los principales puntos destacados en el informe son:

El Gobierno de Canadá no ha podido determinar el número exacto de focas matadas por los cazadores. La captura total admisible no tiene en cuenta que se está produciendo caza ilegal de focas, que son matadas y desechadas debido a los daños en sus pieles. Tampoco son contabilizadas las focas matadas para aprovechar sus órganos.

Los cálculos hechos por el Gobierno canadiense sobre el crecimiento de la población de focas asumen que los factores ambientales y biológicos permanecerán sin cambios tanto a corto como a largo plazo, una premisa altamente cuestionable a la luz de los crecientes impactos delcambio climático sobre las condiciones de los océanos y las zonas heladas.

Las cuotas de caza se basan en censos de focas realizados a intervalos de cinco años. Pero debido a que las cacerías se centran en crías que no alcanzan la edad reproductora hasta los cinco años de edad, los impactos en la población pueden tardar más de 10 años en conocerse y son necesarios 15 años para determinar la evolución de la población. Por tanto, los censos realizados por el Gobierno canadiense no reflejan la realidad del estado de estas poblaciones.

A la vista del informe, el Departamento de Pesca y Océanos del Gobierno de Canadá, responsable del Plan de Gestión de Caza de Focas, ha optado por atacar a Greenpeace en lugar de dar respuesta a las evidencias denunciadas por la organización ecologista internacional.


La continuación de la caza comercial no puede reconciliarse con la conservación de las poblaciones de focas de Groenlandia a largo plazo, cada vez más amenazadas por los impactos derivados del cambio climático en los hielos árticos. Hasta que no se conozcan de forma clara y contundente las incertidumbres que rodean a las poblaciones de focas y las presiones a las que se enfrentan, las únicas actuaciones sostenibles y científicamente justificables deben incluir la suspensión de la caza comercial de forma inmediata.
  


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