Si hacemos caso a los cuentos que nos cuentan estaremos en el peor de los laberintos.
Si creemos cada una de las palabras, de las imágenes, de los gestos sacados del laboratorio de la manipulación, este sería un lugar lleno de enemigos, dentro y fuera de las fronteras.
Enemigos por todos los lados, sangrientos, caníbales, gente armada, gente guerrera.
Si hacemos caso a los cuentos que nos cuentan apoyaremos la demonización de los medios alternativos, comprenderemos que es preciso prohibir la queja en las calles, sentiremos que la solidaridad es otro delito más, a los pueblos que se defienden los veremos como demonios, a los jóvenes como seres indómitos, defenderemos la expulsión de los gitanos, la represión a los vascos, la fobia a los árabes, la explotación de los africanos y la encarcelación de toda idea que suene rebelde.
Si hacemos caso a los cuentos que nos cuentan, esta es la mejor de las democracias posibles, la crisis sólo se cura con miseria, los banqueros son patriotas y el ejército una ONG laica.
Si hacemos caso a los cuentos que nos cuentan aquí nunca se vulneran los derechos, no hay un sólo preso político y las denuncias por tortura son una estrategia de las personas violentas.
Si hacemos caso a los cuentos que nos cuentan, los periódicos son independientes, el psoe es de izquierdas, el rey trabaja por la bandera y la poesía es cosa de un par de idiotas.
Si hacemos caso a los cuentos que nos cuentan, nos habremos merecido este lugar yermo de justicia.
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